viernes, 23 de marzo de 2012

Historia de Eder, la chica que vivió cuatro meses sin móvil

Eder Garaeta es una chica lista, se le nota en la mirada. No sé si lista de notas o lista de la vida o lista de las dos cosas, pero es lista de exploradora, eso seguro. 

Un viernes, estábamos hablando en clase sobre el concepto de sostenibilidad aplicado a la comunicación actual. De pronto, desde la última fila, Eder levantó la mano y nos contó su experiencia: cuatro meses viviendo sin móvil, estancia en Nueva York por medio incluída.

Me gustó mucho lo que contó. Tanto, que en el descanso de clase me acerqué y le pregunté a Eder si podía entrevistarle para nothing is everything...

HISTORIA DE EDER, LA CHICA QUE VIVIÓ CUATRO MESES SIN MÓVIL. 

A Eder le gusta el color azul, el sabor del pan con aceite y la marca Forever 21. Es colchonera hasta la médula y en un futuro quiere ser periodista-presentadora de informativos. Ahora mismo está estudiando la doble licenciatura de Periodismo y Gestión de Empresas de moda en CUV y de mayor le gustaría poder viajar, leer y escribir todo el día, vivir en las afueras y tener una familia a la que cuidar.

-¿Una palabra bonita?
- "Promesa"

- ¿Y un libro?
-"Historia de dos ciudades", de Charles Dickens.

-¿Cómo definirías el concepto de "estilo"?
-"Antes de ir a un lugar lo visualizo y me imagino con la ropa que me gustaría llevar. No tengo un estilo definido, suelo ser muy impulsiva. Dependiendo de cómo me sienta escojo los colores, las prendas… Suelo vestir simple pero sexy, me baso en menos es más. De todas formas, pongo más empeño en el pelo, los complementos y sobre todo, en el carácter. Lo que tengo claro es que nunca me disfrazaré de lo que no soy".

Su experiencia sin-móvil fué resultado del destino y si fuera un cuento, empezaría así:


"Érase una vez una joven española a la que (sin querer) se le rompían los móviles. Durante la primera semana de una estancia de verano en Nueva York, el cruel destino quiso que su terminal pasara a mejor vida (=reciclaje).  Hubo un par de preavisos -apagones repentinos y demás- hasta que por fin... su móvil murió. 

Sin opción a la sustitución,  Eder decidió buscarse la vida: comunicaba con su familia por Skype, -llamaba cuando encontraba un ordenador, en plan prueba, a ver si pillo a mamá conectada-,  quedaba con sus amigas puntualmente -si no estáis a esa hora me voy, no tengo forma de localizaros- e intentaba volver con su novio español a base de largos e-mails donde le contaba lo mucho que le echaba de menos y sus aventuras en la gran ciudad.

Eder aprendió a escribir mejor y a expresar sentimientos un poco más profundos. Descubrió que lo exclusivo se dice en persona, -no por whatsapp- y que es mejor pensar las respuestas que enviar lo primero que se te pasa por el pulgar. 

Eder también descubrió lo mucho que le molestaba quedar con sus amigas a tomar algo y que todas estuvieran más pendientes del móvil que de la conversación, y que nuestra relación con la tecnología pone de manifiesto que somos las personas las que tenemos un problema con la conectividad, no los terminales".


COSAS QUE NUNCA TE DIJE POR MÓVIL

"El móvil nos rompe, y en mi generación, rompe un montón de relaciones".  

"Cuando tienes una experiencia de este tipo descubres que ahora nos decimos un montón de cosas que en realidad no pensamos". 

"Aprendes también una cierta cultura del respeto, te concentras más en lo que llevas entre manos y de pronto descubres el placer de estar una hora seguida preparando un trabajo para clase".


(La experiencia del fluir, propia de la actividad creativa, suele darse cuando llevamos un mínimo de tiempo trabajando en algo. Sometidos como estamos a las constantes interrupciones, es más díficil generar esa experiencia). 

"Aprendí a tener más paciencia y a dejar de controlar a los demás. (Ver la notificación de que la otra persona ha recibido el whatsapp y preguntarse:¿Por qué no contesta?) Y en Nueva York tuve una sensación de lejanía real, muy chula. Sin móvil, sin internet, sin Facebook, sin Twitter, perdida en la Gran Manzana de pronto sentí que "¡... estaba lejos de verdad!" 

Eder también me contó algo muy chulo, algo que seguramente volverá, algo que muchos hemos perdido y que ahora queremos recuperar: el misterio. "No tengo porqué hacerme una foto de cada lugar donde estoy y colgarla en Facebook". 

Al volver a España, Eder estuvo todavía unas semanas sin móvil. Luego volvió a conectarse y ahora busca encontrar una fórmula que le ayude a recuperar esa sensación de equilibrio que conoció en Nueva York. De vez en cuando, sobre todo en fines de semana, Eder hace experimentos. Apaga el móvil 48 horas y se deja llevar.


-¿Nunca te preocupó el hecho de no poder llamar a nadie si te pasaba algo? 

- "La verdad es que no. Además, aprendí a buscarme la vida. Las cabinas escasean cada vez más, pero...  siempre hay una fórmula. De vuelta a España me pasó algo curioso: un fin de semana bajé a Madrid sin móvil. Estuve toda la tarde en la ciudad y al volver, de pronto me di cuenta que me había dejado la cartera en casa. Sin móvil, sin forma de avisar, me subí a un taxi y le expliqué mi problema al conductor... que se ofreció a acercarme gratis hasta la estación"

Eder, muchas gracias por tu primera entrevista. Tengo un pequeño regalo para ti. Lo descubrí el pasado miércoles, gracias a @smmhugo. Mira, haz click aquí y disfruta de "The quiet place".

10 comentarios:

  1. Me reconozco bastante en ella.De hecho no tengo Whatsapp, ni pienso tenerlo.Desconecta a la gente de la vida real, del entorno,me parece que impide más los nuevos encuentros porque uno esta girado hacia dentro.No veo los " encuentros" por movil reales.Prefiero los mails, skype (eso si, Facebook, pero para otras cosas...)Además,me parece de lo más normal quedar con la gente a hora punta.Por desgracia a la gente puntual, nos suele penalizar...
    un abrazo y buen fin de semana!

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    1. La Xaru, ¡arriba la puntualidad! Y los encuentros en vivo y en directo... ;) ¡Muchas gracias por tu comentario y buena semana!

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  2. Hola, yo también soy del curso de Gestión y Comunicacion de moda de Villanueva pero de 3º.
    He sido una de las testigo que ha vivido esa experiencia que tanto tú como Eder nos contáis. Es asombroso estar con ella sentada en clase y ver que una tiene tal dependencia del movil que lo coloca encima de la mesa mientras que ella, con un "ladrillo que se cae a trozos" sobrevivía a mensajes de texto, cosa a la que ya ni siquiera estamos acostumbrados. Y qué decir de cuando llegó un día a clase diciendo que no tenía móvil. La pregunta espontánea fue: PERO!!! ¿CÓMO TE LOCALIZAMOS? Después de haber leido esta entrada creo que voy a replantearme un poco todas estas cuestiones que nos comentas ¿es necesario estar 24 horas localizado? ¿qué ocurre si no subimos una foto de cada lugar en el que estamos?

    He de decir que me ha encantado el blog y sobre todo los temas que se tratand en el.
    Un saludo, ¡ Feliz fin de semana!

    Laura

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    1. Hola Laura, Eder es una chica lista... de exploradora sobre todo ;D
      ¡Igual nos vemos el año que viene en clase! Mil gracias por tu comentario y buena semana.

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  3. Me ha encantado la historia y me he sentido un poco avergonzada por estar demasiado pendiente del móvil. Tendré qué experimentar esas 48 horas de fines de semana desconectada.

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    1. Hola thegirlinthebox, bienvenida a nothing is everything! Ya nos contarás si experimentas... Yo de momento he optado por dosificarme, a ver si lo consigo ;D

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  4. Cuánta razón que esto del móvil hay un punto que esclaviza! tendré que probar a desconectar.

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    1. Julia, ¡qué descubrimiento tu blog! Me encantan los experimentos... gracias por tu comentario, ¡nos leemos!

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  5. A mi Eder también me parece una chica muy lista ¡ Es maravilloso vivir sin móvil, ni conexiones a temporadas o intentar minimizar su uso!

    Soy de esas personas que no muere por tener una blackberry, de hecho habiendo acabado comunicación audiovisual, sin empleo remunerado y con vistas de acceder a un máster, me parece un gasto innecesario; mi nokia sin internet es genial para mensajes y llamadas puntuales, y muchas veces no le hago ni caso a menos que vea varias llamadas perdidas de mis progenitores, sea un mensaje de una amiga en apuros o este esperando una llamada concreta; no me gusta esa sensación de tener que estar pendiente del movil, estar accesible las 24 h del día. Cuando estaba con mi proyecto de fin de carrera, había semanas que mi movil y las redes sociales pasaban a mejor vida y era muy liberador; aún lo pongo en práctica a temporadas.

    Me gusta perderme en la ciudad, entre las calles , en los paseos, los parques, o en mi habitación, a mi aire , sin que nadie me moleste o disfrutando con la gente que tengo frente a frente; eso no significa que pase de las cosas, como piensa cierta gente en esta sociedad en la que parece que tienes que estar sociabilizándote a cada minuto; si cojo una responsabilidad, la cumplo, pero no tengo porqué poner el resto del tiempo a disposición de los demás sino lo veo oportuno; a veces, sin darnos cuenta, es lo que hacemos al conectarnos: le damos tiempo a esa gente que nos abre conversaciones sin miga , simplemente porque están aburridos, a los juegos insulsos del facebook, o las emails de bromas tontas entre otros; lo aprendí de una profesora de inglés que no hacía caso ni a teléfonos, ni Internet a la hora de las comidas y ciertos momentos del día, para ella, en ese espacio de tiempo solo eran importantes quienes la rodeaban y ella misma.

    Muchas veces simplemente me "conecto" para ver si tengo un email importante, a leer algún artículo o compartir algún link y a contestar si han dejado comentarios en el blog porque quienes los han escrito no merecen ser ignorados, lo veo de mala educación; no me martirizo si no mantengo contacto constante con la gente, si no actualizo demasiado las redes sociales o no me sale escribir en el blog durante varias semanas; me abruma y me crea cierto nerviosismo si tengo que estar pediente de veinte mil redes sociales; nunca he sido el sumún de la sociabilidad, me gusta disfrutar de la soledad y las charlas en petit comité cara a cara en una bonita cafetería.

    1 semana desconectada de todo cada cierto tiempo es mi mejor cura; si es en un pueblecito perdido en las motañas mejor ;).

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  6. Yo acabo de volver ahora de pasar la semana santa en mi pueblo (donde dentro de un tiempo espero inaugurar Casa Tía Julia como refugio de ideas) y el hecho de que no haya cobertura (al menos no de Orange ni de Vodafone) me parece un auténtico lujo. En su día, cuando me pasé de Movistar a Orange, curiosamente el comercial (eran los tiempos en que venían a casa, los tiempos de Amena) era de un pueblo cercano y cuando le pregunté si habría cobertura y vi la cara de "ahora qué le digo" le insistí en que sólo firmaba si NO había cobertura ;)

    Cuando inaugure Casa Tía Julia (falta más tiempo del que pensaba, la casa necesita reforma seria), pondré adsl (comprobaré así si el adsl rural llega -tal y como dicen los papeles- o no, porque seré la primera en intentarlo), pero seguiré feliz si puedo ofrecer un lugar sin cobertura en el que el tiempo se expande sin interrupciones. De hecho, será incluso uno de los pluses de la casa (y para las cosas urgentes, siempre está el teléfono público del bar -que recibe llamadas y te dan el aviso- o subir al risco del castillo donde hay cobertura).

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