sábado, 13 de febrero de 2010

God Save McQueen

Homero escribió para ser contado; Sófocles para ser declamado; Herodoto para ser recitado; Y Jenofonte para ser leído. De estas diferencias de propósitos en sus obras debía nacer una multitud de diferencias en sus estilos. Joseph Joubert, sobre arte y literatura.

ALEXANDER MCQUEEN, HISTORIA DE UN  QUE DISEÑADOR QUE VIVIÓ PARA SER TRANSGRESOR. 

Su historia: Lee Mc Queen era el sexto hijo de una familia de la clase trabajadora del East End de Londres.  De padre taxista, sus hermanas fueron las primeras en probar el incipiente talento de un joven que a los 16 años y después de ver un documental en la tele sobre el arte del corte y la confección, decidió dejar la escuela para dedicarse a su sueño, el diseño de moda.

Su formación:  Su paso como aprendiz por Savile Row, templo de la sastrería inglesa y cuna del saber-hacer de la moda británica, le dieron la base. El colchón llegó con su inmersión en el mundo del teatro, vestuarios de platea confeccionados de la mano de Angels & Bermans. Al volver de Japón e Italia, este hooligan de la moda dió su particular Do de pecho con la presentación de un maravilloso portfolio en la Saint Martin's School de Londres, cantera del talento en la que, además de McQueen, han estudiado otros diseñadores de la talla de Stella McCartney, John Galliano o Matthew Williamson (y hasta el actor Pierce Brosnan, que incubó allí sus artes escénicas del que sería su Bond, James Bond).

Isabelle Blow, la fallecida directora de moda de Tatler, mentora y amiga personal de McQueen, le compró entonces toda la colección por £ 5000, y además del salto a la fama le regaló su particular apelativo a este "Enfant Terrible" de la moda que una vez afirmó: "Tienes que conocer las normas para poder romperlas".

Su salto a la fama:  Fue sucesor de Galliano al mando de Givenchy en 1997. Cuatro veces galardonado como Diseñador del Año en Inglaterra, en 2003 la Reina de Inglaterra lo nombró Caballero del Imperio británico. Sus prendas son a la vez fondo de armario de las niñas bien de la aristocracia y de rebeldes como Björk o Lady Gaga. Con el 51% de su marca en manos del imperio Gucci desde el año 2000, y siempre bajo la presión mediática y la necesidad de cumplir con las cifras de negocio, Mc Queen convertía sus desfiles en preludios de un drama escrito siempre en clave personal: "Era un maestro de lo fantástico, que creó desfiles sorprendentes que combinaban el diseño, la tecnología y la acción", dijo de él Alexandra Shulman, directora de la edición británica de Vogue. 

Y también de la naturaleza.

Su estilo: "El estilo no se improvisa, demuestra lo que uno es", dijo una vez Frank Miller. En el caso de McQueen, su amor por la historia, su contacto con el teatro y su afición por las antigüedades y la taxidermia son el backstage de un diseñador que plantó cara a la recesión económica con una explosión de color y formas. Sexy, juguetón, provocador, futurista como Marinetti, cubista como Picasso, sus desfiles parecían relatos contados por los Hermanos Grimm, y le convirtieron en protagonista (precisamente antesdeayer, y también hace unos meses) de un post que habla de la Era Creativa que vivimos en este momento.  Claves de estilo de un iconoclasta que deconstruyó la realidad de la moda para rehacerla a su antojo, piezas rebeldes hilvanadas con la más pura tradición del Made in England.

God save McQueen

Got it? 
McQueen

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