domingo, 3 de junio de 2012

La estrella de Beryl Markham



"Así que no preguntes. Recuerda solo que no debes volar nunca sin cerillas ni una caja de galletas. Y claro que vas a volar. Siempre lo supe. Lo vi en las estrellas".


Beryl Markham tenía una estrella, pero no estaba escondida en la campiña de su Inglaterra natal. No. Su estrella se llamaba Pegaso y nació en un establo de África: era el primer potrillo traído al mundo por Coquette, una de las yeguas que Beryl cuidaba en la granja que su padre regentaba en Kenia. Beryl miró al cielo en medio de la noche en la que el potrillo nació y decidió ponerle nombre de astro alado.

De todo esto hace ya muchos años y Beryl ya no sigue entre nosotros, pero esta exploradora sin fronteras dejó escritas unas memorias tan chulas - gracias Libros del Asteroide, por publicarlas en nuestro idioma- que hasta el mismo Hemingway flipó cuando las leyó: "Leíste el libro de Beryl Markham "Al oeste con la noche?" Ha escrito tan bien, tan maravillosamente bien, que me siento totalmente avergonzado de mí como escritor". 

Corría 1906 y Berly Markham tenía cuatro años cuando dejó su tierra natal para mudarse a Kenia con su familia. Su madre no aguantó la polvareda y decidió volverse a UK a seguir viendo llover, pero Beryl decidió quedarse en Kenia con su padre, creciendo en plena naturaleza, jugando con los nativos y aprendiendo el oficio de criadora y entrenadora de caballos.

Como tú y como yo, Beryl Markham también tenía una estrella. La suya vivía enredada en esos rizos que volvieron loco hasta al Duque de Gloucester. Su estrella era salvaje, rápida, tan veloz como los caballos de carrera que Beryl preparó durante años y también muy libre, tan libre como el aire que aprendió a surcar de la mano de Tom Campbell, el piloto que un día se cruzó en su vida "por casualidad", mentor de su sentido de la intuición y el instinto:

"Aprendí a mirar, a depositar mi confianza en manos de otro. Y aprendí a ir a la deriva. Aprendí lo que cualquier joven soñador necesita saber: ningún horizonte es tan lejano que no lo podamos alcanzar o superar. Todas esas cosas las aprendí enseguida. Pero faltaban la mayoría, y no eran tan fáciles". 

A Beryl Markham le gustaba pensar que las dificultades eran peces de colores y que todos los días pueden ser azul de ultramar. Después de triunfar como entrenadora de caballos, volar su Avian se convirtió en su gran pasión. Trasladaba correo, personas, enfermos atrapados en la selva y hasta organizaba safaris.

Algunos días, Beryl Markham tenía dudas: sobre volver a Inglaterra, sobre dejar África, sobre parar de volar:

"¡Y todavía me quejo! Si no, por qué estoy aquí soñando con Inglaterra? Por qué sigo mirando la fogata como una alma perdida en pos de esperanza cuando todo lo que amo lo tengo al alcance? Porque soy curiosa. Porque ahora soy ya, incorregiblemente, una trotamundos". 

De paseo por las nubes, Beryl Markham aprendió a buscar su estrella en soledad, a escribir mapas nuevos con ideas viejas. El 04 de Septiembre de 1936, Beryl Markham comenzó un viaje que le llevó a cruzar el Oceáno Atlántico de Este a Oeste, desde Europa a Nueva York, en un vuelo sin escalas. Su avión acabó empotrado en Nueva Escocia, Canadá y ella acabó llena de barro hasta los rizos, pero el mundo entero celebró la pericia de esta mujer que desde muy pequeña supo hacer caso a su intuición.

Porque Pegaso era el nombre de su caballo alado y, a caballo o en avión, a Beryl nunca le faltó el valor de escribir su propio mapa:

"Aquí está tu propio mapa. Ábrelo, síguelo, y luego tíralo si quieres. No es más que papel. Papel y tinta, pero si te detienes un instante y lo piensas, verás que estas dos cosas raramente se han concertado para lograr un documento tan humilde y, sin embargo, tan repleto de historias esperanzadas, de sagas épicas". 


Trabajando sobre mi primer libro, leer a Beryl Markham me ha llenado de luz. Porque estoy convencida de que todos tenemos una estrella y que lo difícil no es encontrarla, sino aprender a mirar en la buena dirección.

Bueno, y tener la suerte de cruzarnos con determinadas personas por el camino.

PD: El libro me ha encantado, te dejo la reseña por si quieres leerlo:
"Al oeste con la noche" - Beryl Markham. Editorial Libros del Asteroide, 311 pág.

2 comentarios:

  1. Genial todas y cada una de las historias que cuentas, cómo te encuentras con ellas?
    Estás escribiendo un libro? Se puede saber sobre qué?
    un beso

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    1. Hola Pam, muchas gracias por tu comentario, ¡qué bien!

      Muchos posts son una mezcla de lo que leo y lo que vivo, una mezcla de teoría con práctica (la vida misma). Estoy convencida de que todo el mundo tiene al menos una bonita historia que contar así que, siempre que encuentro una, la comparto en el blog.

      Estoy escribiendo un libro... ¡sí! El primero. De momento sólo te puedo dar una pista: contiene historias bonitas ;-)

      ¿Cómo has encontrado el blog?

      ¡Feliz Domingo!

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