Llovía, pero no quería irme de la ciudad sin visitar el Jardín Botánico de Valencia. En la entrada, una pareja de turistas se besaba, aprovechando la soledad de la lluvia: parecía la escena de una película de Woody Allen.
Empecé a caminar por el laberinto de plantas. Olía a tierra mojada y todo el verde estaba como recién duchado. En un principio iba en busca de la exposición "Boscos encapsulats" ("Bosques encapsulados") de Ana Donat. ¿Hay un lugar donde cabe todo el verde de un bosque? Ven, vamos a explorar.
Me gustan las personas porque todas tienen un jardín secreto. Y me gustan los jardines, porque todos necesitan alguien que les cuide. No sé, a veces tengo la sensación que las plantas y las personas nos parecemos un poco.
Esa mañana la había pasado buscando el jardín secreto de una marca. Vestida con mi uniforme invisible de parrer sin fronteras y una cesta con los pétalos que había recopilado sobre mi entrevistado y su historia, entré de puntillas en su empresa y salí de paseo con él, esperando que en algún punto del laberinto de departamentos por donde caminábamos se detuviera y me abriera la cancela de su jardín secreto: -Pasa, es por aquí. Mira...
Al final encontré la exposición. Colgado del techo del invernadero había un árbol hecho con láminas de papel amarillo. Me pareció bonito, tan bonito, que no sé: habría que ir para experimentarlo. Yo creo que un bosque no cabe en una cápsula pero la belleza, la belleza sí se puede regalar a cachitos. No te conozco, pero gracias, Ana Donat.
Me iba ya, contenta de haber sido invitada a dos jardines secretos en un mismo día. Torcí por la derecha y de pronto me topé con un nuevo grupo de árboles. Sobre sus troncos rugosos, la gente había grabado todo tipo de mensajes. Unos cuantos románticos le habían roto el corazón a la corteza, y del resto no me acuerdo muy bien. Pasé la mano por su corteza intentando atrapar la sensación y me fui muy contenta y con los pies mojados, pensando que a lo mejor era verdad que las plantas y las personas nos parecemos más de lo que pensamos. No sé, ¿tú qué opinas?
¡Me encantan los jardines botánicos! Donde vivía hace un par de años había uno muy cerca de mi casa y muchos días iba a darme un paseo y a disfrutar. También me encantaba sentarme a leer en los "invernaderos" donde se escondían bosques tropicales : ) Lugares mágicos sin duda los botánicos...
ResponderEliminar¡Un saludo!
Hola Elena! Sí que lo son. No había estado nunca en el de Valencia y realmente me encantó. ¡Imagínate hacer una ruta por los jardines botánicos de toda la península! ;) Buena semana...
ResponderEliminarprecioso el jardín botánico de vlc! a mi tb me encanto, ya sigo tu blog!!!! un abrazo de ohlalayetc.blogspot.com
ResponderEliminarEste jardín me sirve aveces de refugio, los días de mucho movimiento...Por la lluvia,no te habrás cruzado con todas esas pequeñas almas peludas y cariñosas que viven en el.Que pena!.Pero aun asi, puedes sentir la presencia de los arboles.
ResponderEliminarun beso
La Xaru
aún así, las plantas lo tienen un poquito más fácil de vez en cuando.
ResponderEliminarMI objetivo cuando sea mayor es hacerme viejo y haber aprendido a hacer la fotosíntesis. Mínimo esfuerzo, máximo beneficio, eficiencia.
ResponderEliminarSlds.
Gracias Belén por regalarnos tu mirada sobre el mundo.
Qué casualidad, justamente paseamos el domingo x el jardín botánico de Valencia bajo la lluvia. Great minds think alike :)
ResponderEliminarElena =)
Hola Berta! Bienvenida al blog y graciaspor el comentario. ¡Nos leemos! ;)
ResponderEliminarXaru, tengo que volver cuando haga sol. ¡Y podríamos quedar allí! Ese jardín es una pasada
ResponderEliminarRaax, ¡ahí le has dado! La verdad que sí .... ;)
ResponderEliminarbotedeplumas: ayer estuve pensando mucho en ese concepto. Es un buen concepto. Y me hizo pensar que algunas cosas me salen un poco caras ;) Mil gracias, siempre.
ResponderEliminarElena, ¡sí que es casualidad! ¡Y encima con paco!! ;)
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