viernes, 4 de febrero de 2011

"Until the end of the world"


Ni siquiera hablábamos correcto inglés. Era nuestro último día en Florencia y, después de recorrer juntas la Toscana, mi amiga Anita y yo fuimos allí a tomar otro capuccino. Entonces, cogimos una servilleta y escribimos, -medio en broma pero muy en serio-: "Until the end of the world".  Desde aquel verano, siempre que nos llamamos por teléfono nos saludamos con un itálico "Pronto mi dica" que nos recuerda a Ingrid, la rubia voluptuosa, dueña del agroturismo de Poggitazzi.

Un verano después, repetimos aventura veraniega en Madeira, una isla en la que casi morimos despeñadas gracias a mis grandes dotes de conductora novel. Nunca lo olvidaré. Era una carretera empinada, íbamos camino del Jardín botánico, y yo todavía no sabía hacer muy bien el juego con el embrague. De pronto, en una curva que daba a un acantilado, el coche comenzó a caer cuesta abajo: "Pero... ¡dale al freno de mano!" dijo ella. Yo me quedé mirándola, bloqueada muy bloqueada, y cuando por fin logramos parar,  ella se bajó rapidamente: "Yo contigo no subo al coche". Pero claro que subió. Subió, y no paramos de reirnos el resto de aquel viaje por una isla que bautizamos como La puerta de Europa: "Until the end of the world". Ya ves. 

Hace unos meses, Anita me llamó: "¡Pronto mi dica!". Licenciada en Publicidad y RRPP pero especializada en hostelería, (y con un máster en supervivencia vital) después de estudiar en Suiza, Anita se fue a NY para luego volver de nuevo a España y... Aquella llamada era para contarme que le habían dado el puesto y que iba en serio: se iba a vivir a Qatar. Desde entonces, cuando nos llamamos por teléfono, el nuevo saludo es: "Salam Malekum!".

"-¿Me acompañarías? Vuelo una semana antes de incorporarme al trabajo." Le dije que sí, pensando en que yo iba a querer hacerle la misma pregunta el día que volara de regreso de Doha a Madrid.  Era Diciembre, y en España hacía frío, pero nos parecía que ya sentíamos por dentro el calor del desierto.

Salimos en 48 horas. Todavía no hemos negociado quién conducirá. Y tampoco hemos hecho planes. Bueno, sólo uno: "¿Crees que podríamos ir de excursión al desierto y pasear en camello?" Le dije. "-Claro que sí, no te preocupes que gestionamos nada más llegar". Alá es grande, pero mi amiga Anita también. Mucho.

3 comentarios:

  1. Y las veces que me he subido contigo en coche sin tener ni idea de ese percance... A disfrutar del viaje... menuda suerte!!!

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  2. Qatar sí va a ser the end of the world!! ajajaja.. gracias por el post, y gracias a Dios que todavía podemos contarlo :-)

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  3. Sí que es grande ésta Ana, sí que lo es!! Y el sentido del humor, que no falte! :)

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