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Los "Encuentros en la esfera interior" de los que hablamos en Coolnalism en Abril-aguas-mil del año pasado siguen dejándonos ricas migas por el camino. Por aquel entonces, nuestra mirada se detenía en Apartamento Magazine, The Selby y el alemán "Freunde von Freunden". Las tres, iniciativas del ámbito creativo que tienen en común la observación de la cotidianeidad, haciendo accesible para el gran público la vida privada de determinadas personas.
Hace un par de semanas, Refinery 29 publicaba una lista de "blogs para no perderse". Y allí estaban ellos, "The Coveteur", presentando su proyecto al hilo de una frase de Dries Van Noten: "It's more interesting to have just a picture of a small detail - then you can dream all the rest around it. Because when you see the whole thing, what is there to imagine?" .
Erin Kleinberg y Stephanie Mark hablan de "una nueva forma de observar el proceso creativo que influye en las personas que marcan tendencia". Y lo hacen mostrándonos el armario y cada uno de los detalles -pieza a pieza- de esas personas consideradas "influyentes". "La web se centra en estilo y nuevas fórmulas de personalización, (...) describiendo el significado que cada objeto juega en sus vidas". El fotógrafo Jake Rosenberg se encarga del resto.
Reflexionando sobre ello -y disfrutando cantidad perdiéndome por los armarios de Karla Martinez, Mary Kate Steinmiller o John Gerhardt- me pareció encontrar un hilo conductor en la observación del estilo, que crece de la mano de la intimidad. Y aunque el escenario se vuelve cada vez más privado, sus protagonistas son siempre los mismos: personas.
El proceso lleva de la calle al armario, pasando por la casa. El viaje comienza con The Sartorialist, ese buscador de tesoros de estilo que recorre las calles en busca de inspiración. Continúa en la casa, el hogar de personajes del ámbito creativo que The Selby pone a nuestro alcance una y otra vez, y culmina en el armario, ese santuario que ahora The Coveteur abre para nosotros.
La línea que separa la esfera pública de la privada resulta cada vez más líquida, y con ella, surge también una comunicación cada vez más personalista y conciliadora, que no busca imponer, sino sugerir, invitar y seducir. Es la última fórmula para, además de producir tendencias estéticas, poderlas contagiar.
*En la imagen, el simpático armario de Mona Sharf.
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