"Mil Caprichos" y el Olfato en "Navidad con los cinco sentidos"

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Kitty. Humanista y Maquilladora, original (y enamorada) de Barcelona, vive actualmente en Madrid. Bloguera de "Mil Caprichos", casada con el nombrado diseñador y creativo publicitario, tiene 1 hijo llamado enano, bicho o macarra,  y un bebé a punto de llegar. En 2008 montó su blog para que sus amigas no tuvieran que pedirle más consejos sobre productos de belleza, páginas compartidas, ideas decorativas y mil cosas más. Le interesa todo lo que gusta a la mujer. Disfruta con el diseño contemporáneo. Le gusta la belleza y le horroriza el lujo por el lujo. Ama cocinar. Odia ir al dentista. Y quiere que todas las mujeres sepan arreglarse sin perder su estilo.

LA NAVIDAD, SEGÚN EL OLFATO DE "MIL CAPRICHOS" 
"Inevitablemente la Navidad huele a caprichos. En mi caso a escudella, unos canelones caseros, una rama de magnolia en flor, un Nacimiento mimado, una familia que se encuentra, un villancico en la calle y una sonrisa incontestable. La Navidad es el capricho más esperado de todo el año, ese en el que todo lo material deja de ser importante y las cosas más especiales recobran su protagonismo. No puedo sentir la Navidad de otro modo.

Las hojas frescas de un magnolio arropando un jarrón chino, el musgo robado al bosque de casa, el corcho que envuelve un Belén infantil, las almendras tostadas, el caramelo y el chocolate. La Navidad en Mil Caprichos va ligada a mis recuerdos de infancia, al rojo, el dorado, el amarillo de la vela del Nacimiento, a fragancias cálidas pero jamás empolvadas, a First de Van Clef & Arpels, a Cristalle de Chanel, a Aire de Loewe, y a pollo de corral relleno de piñones, ciruelas y orejones. La Navidad huele a incienso perfumado, a vainilla, a dátiles con almendras y bacon, a vid embotellada y perfumada con acordes soberbios, a velas de cera virgen.

No puedo decir que la Navidad huela a grandes fragancias ni a grandes cosméticos, aunque no me falten en los recuerdos de infancia y madurez. Mi Navidad huele a familia de mujeres en la cocina, a arreglo personal esmerado, a Misa del Gallo heladora, a niños inquietos con pantalón corto. Y mi Navidad de infancia crece y huele a mi marido, a mi hijo pequeño hablando de los Reyes Magos con los ojos llenos de luz, y a la dulce espera de un bebé que necesita dos meses más para mostrarme su dulzura y su ternura. La espera de unas sábanas de algodón blancas de cuna repletas de buenos deseos, de una cuna de bambú vestida por una bisabuela querida, del almidón en las ropas bautismales, de pureza. La espera es dulce, como la Navidad. Los nervios se entremezclan con la impaciencia.

Hacer que la Navidad sea perfumada es tan sencillo como evocar recuerdos de infancia. La ilusión de los niños por la magia de la Navidad, los pajes y los Reyes Magos, se puede revivir con sencillos toques de decoración que tienen olores propios. Los olores son como las personas… no puedes recomendar uno sólo. Perfumar la casa con velas especiales y elegidas a conciencia entre las de Cire Trudon o Diptyque. Son personales, son persistentes y son bonitas. Elegir una vela sólo para Navidad y encenderla año tras año en esas fechas. Olor de chimenea recién encendida, de rosas recién cortadas, de campo o de intimidad, esos olores son personales, cambian de uno a otro, pero los frutos y flores de temporada pueden revivir los más profundos con una fidelidad inquietante: Piñas, almendras, canela, flores secas, uva, flor de pascua, ramas de olivo, eucalipto, nueces, acebo, anís estrellado, … ¿Quién no tiene un recuerdo de infancia de frío, nieve, familia, madera y hogar?"


Fotografías: Cristina Santigosa, Pablo Pacheco, (Azul Tierra) Belén Torregrosa.
Música: Antony and the Johnsons