miércoles, 9 de enero de 2013

Señales


"Everybody knows/  it's now or never / everybody knows" Leonard Cohen, en Palabras Textuales. 

El año pasado conocí a un chico de melena larga y ojos muy azules que nunca quiso revelarme su edad:

-"¿Puedo saber cuántos años tienes? "

- "No", dijo él. "¿Por qué quieres saber mi edad?"

Obviamente, -pensé para mis adentros- porque soy una cotilla. O una exploradora, dependiendo de si has leído a Keri Smith.

Nada, no hubo manera. A pesar de haber cursado con éxito el Mba en entrevistas a desconocidos más completo del mundo -lo imparten en la calle, por si quieres hacerlo-, nunca pude descubrir su edad.

Un día, sentados en la cocina de la casa donde el chico de larga melena y ojos azules vivía, le pregunté:

- "¿Y por qué no quieres contar tu edad?" 

El chico de melena larga y ojos azules había viajado mucho. Había viajado tanto, que después de tres años y pico por el mundo, decidió que era el momento de parar.

- "A veces", dijo él,  "el problema no es seguir". "A veces, el problema es saber cuándo tienes que parar".

Luego puso esa cara que ponen los hermanos mayores cuando has llegado muy tarde a casa -bueno, más bien prontísimo- , y los dos nos quedamos en silencio.

Más tarde, añadí a mi Moleskine de descubrimientos importantes las tres revelaciones del chico de melena larga y ojos azules:

1. Seguir es importante. Saber cuándo parar es todavía más.
2. Contar tu edad puede resultar limitante.
3. No contarla resulta misterioso.

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¿Tú crees en las coincidencias?

Joseph Campbell, mitólogo estadounidense con el que tuve un intenso idilio conceptual en 2012, habla en "The power of myth" del viaje del héroe, recorrido simbólico de la vida de cada uno de nosotros, donde las señales juegan un papel importante.

En la página 150, Campbell habla de la fuerza que determinadas personas ejercen en nosotros, estrellas que nos protegen una vez estamos on the road, en la buena de verdad, la nuestra.

La traducción libre del texto dice así:

"Tengo una superstición que ha ido creciendo en mí conforme manos invisibles me abrazaban, acercándose todo el tiempo. Todo el tiempo. Es milagroso. 

Si sigues tu "estrella" (Campbell lo llama "Bliss"), te pones en una especie de ruta que en realidad ha estado ahí todo el tiempo esperándote, y la vida para la que naciste es la vida que estás viviendo.

 Cuando eres capaz de ver eso, comienzas a encontrar personas que están en la "constelación de tu estrella". Son personas que te abren puertas. Y yo siempre digo: sigue a tu estrella y no tengas miedo, y verás como se abren puertas que nunca pudiste imaginar ".

Es muy bonito para mí, a una edad que no te voy a contar, salir en esta entrevista que la revista treintaycuatro me hizo cuando estaba en El Carajito. (pág 14).





Gracias,  Anita.

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