Volar alto

Unos siete coches se posaron frente a la verja, bloqueando casi por completo el camino de tierra que rodea al vivero de sPalm. A unos trescientos metros, con el pensamiento y las palabras al otro lado del océano, miré al frente y pensé: Uhm, qué raro...  ¿Quién será? 

Un grupo de hombres de mediana edad me esperaban junto a la entrada cuando llegué. Llevaban walkie-talkies y tenían la mirada clavada en el cielo.


Uno de ellos hizo de portavoz:


- Un grupo de palomas adiestradas se nos ha escapado. Venimos de Torrellano y hemos visto que se han colado ahí, detrás de la casa de madera. ¿Podemos entrar un momento a cogerlas? 

Y yo, que adoro  Ocean's Eleven y a veces pienso mal de primeras, pensé: "Qué excusa tan original para entrar en un sitio de estrangis". 

-Pasen, pasen, claro que sí. 

Uno de los coches enfiló el camino que lleva desde el sector 1 hasta el 8 de palmeras, y entonces presentí que iba a pasar algo chulo:"Rápido, rápido, ¡saca las gafas de exploradora!"

El hombre bajó del coche, caminó con decisión hasta el lugar fijo en su memoria y dió tres palmadas fuertes. De pronto, una preciosa bandada de palomas vestidas con alas de colores, como bailarinas de circo en un espectáculo del Sol, comenzaron a revolotear a su alrededor.

A otro golpe de palmada, las palomas se posaron en el suelo. Y luego, con un gesto como de pastor, el hombre comenzó a andar camino abajo, dispuesto a irse por donde había venido.

Pensarás que fue casualidad, pero cuando minutos después Emilia me llamó para decirme que el hermano de nuestra amiga acababa de fallecer, no pude parar de pensar en las palomas de colores y su aventura vespertina.