Su cara, de una naturalidad brillante como el pronto, barre de un plumazo toda sombra ceniza, sonrisa duracell que se mantiene durante toda la entrevista que mantenemos con esta mujer de cabellos alborotados y mente despierta, de profesión productora y directora de cortos, opositora por planificación, profesora por vocación y humanista con pasión, que desde hace tres años pasa las horas investigando y enseñando a sus alumnos del Centro de Estudios de Ciudad de la Luz, en Alicante.
VERÓNICA CERDÁN, UNA ENTREVISTA DE CINE
¿Lo tuyo con el cine es vocacional?
Tengo un recuerdo, con mi madre en brazos, en un batín rojo con lunares negros, viendo una película. Es mi primer recuerdo. No hay otra cosa antes de esa imagen. No sé si es vocacional o no, pero es el primer recuerdo. Nací en Alicante y estudie en el Liceo Francés. Desde que tenía cinco o seis años hago teatro. Tuve la suerte de tener amigos que querían dedicarse también al cine... desde que éramos pequeños. De hecho, nuestro primer corto lo hicimos con 10 años, en super 8, con una cámara que nos dejaron en una tienda… ¡y que rodamos en la Santa Faz! Lo rodamos todo al revés, ¡... pensando que aquello funcionaba igual que un carrete de fotos! Y claro, luego no hubo forma de montarlo.
De Alicante a Madrid, del teatro al cine. Hacer carrera en el mundo del cine no parece nada fácil. ¿Qué tal se vive en el lado oscuro del séptimo arte?
Hacer carrera en el mundo del cine no es nada fácil. Sobre todo necesitas algo fundamental: ser una persona con muchísima perseverancia, aguantar carros y carretas, -no en el sentido de historias raras o malos rollos- sino por la energía necesaria para montar una pequeña productora y aguantar 2, 3 o 6 años, -los que sean necesarios-, hasta que consigas los primeros frutos.
Es el caso de tu corto, “Nana mía”, con Pilar Bardem, que fue rodado en 2005 y sin embargo no ganó su primer premio hasta dos daños después, en el 2007…
Sí, y fíjate, estamos hablando de un corto con una pre-producción, que comenzó medio año o 1 año y medio antes. La historia de "Nana mía fue así": un día, trabajando en Canal 9, una noticia llamó mi atención, y comencé a trabajar en ella. Se lo pasé a mi guionista… que además es mi madre, Conchita Molina. Y con el guión en la mano llegó la tarea más dura, la de hacer un presupuesto y conseguir financiación… En el caso de “Nana mía”, fue una historia mágica.
Venía de grabar “Llombai” en 2004, y por aquello de la perseverancia y el mundo del cine, personalmente me encontraba en un momento especial. Me había casado, me había comprado una casa, tenía algunos planes de futuro… y parecía que por un momento el cine había pasado a un segundo plano. No tenía fuentes de financiación, y no quería, ni podía, endeudarme con el corto a base de préstamos. Pero mis amigos me insistían: “Ponlo en marcha, es especial”. Y entonces pasó: una empresa de vinos de Murcia, a través de una persona que yo conocía, me dijo que querían sponsorizar un corto. Habían visto mis cortos, y querían que lo hiciera yo: “Te lo financiamos por completo”. Fue bestial.
Y es ahí donde trabajaste con Pilar Bardem...
Sí. Fue super chulo, se creó un vínculo muy especial, y desde entonces nos llamamos una vez al mes. Ella se empeña en que escriba algo más, yo le digo que más adelante… y así estamos. Pilar es una profesional como la copa de un pino que te permite en todo momento que la dirijas. Durante el rodaje es completamente dúctil, la puedes manejar como tú quieras.
En ese juego vuestro de imágenes y diálogos, ¿qué papel juegan las palabras?
Yo creo que las imágenes existen porque existen las palabras. Porque ¿cómo describir una imagen? Desde mi punto de vista, –quizás porque vengo del mundo del teatro, o porque me gusta mucho la literatura- , me resulta muy difícil ver una película si no es a través de diálogos. Y aunque la imagen y la palabra pueden llegar a recorrer caminos diferentes en una película- hasta el punto de dibujar un universo todavía más rico-, lo cierto es que lo hacen a partir de la complementareidad.
De ahí la importancia de dar con un buen guión...
Sí. De un buen guión puedes hacer una porquería de película... o una buena película. Pero de un mal guión siempre haces una porquería de película.
El cine español es heredero del cine francés de autor, y muchas veces, la figura del guionista coincide con la figura del director. En mi caso, me gusta mucho trabajar las historias. Suelo trabajar con mi guionista, basándome en un relato que yo inicialmente he visto… para que él la escriba. Porque si hay una herramienta que el guionista debe dominar, ésa es el diálogo: el diálogo construye los personajes, y la labor del guionista pasa por constuir con palabras la personalidad del personaje. Yo soy incapaz de hacerlo, por eso trabajo con un guionista.
¿Cuál ha sido la satisfacción más grande de tu carrera profesional?
La de tener la suerte de proyectar mis cortos en salas de cine comerciales, antes de los largos. Ese momento de entrar a la sala en un día normal, sin que haya convocado un público de corto... Me gusta especialmente ver en qué punto la gente se ríe, en qué punto se aburre… ser espectador de butaca, espectador de cine, no de festivales.
¿Y la dificultad más grande?
La dificultad más grande siempre ha sido económica. No sé cómo ni por qué, pero tengo mucha capacidad para conseguir a la gente. Tengo la facultad de enamorar cuando les cuento las cosas. La verdad, no sé por qué, pero no me resulta difícil. Cuando quise trabajar con Pilar Bardem, busqué su número de teléfono en las páginas amarillas, la llamé y le mandé el guión. Al mismo tiempo, un amigo me facilitó el teléfono de su representante. Hablé con él, y también le envié el guión. Pasó el tiempo, y no dijeron nada. Entonces pensé que quizás no le había gustado el guión. Hasta que un día, mientras iba conduciendo, Pilar Bardem me llamó por teléfono, y con esa voz suya me dijo: “Oye nena que me ha encantado el guión, ¿cuándo voy?”.
¿Cómo ves el cine español?
Con muchas posibilidades. Creo que el cine español rebosa arte y creatividad, y creo también que en estos momentos está en un proceso de cambio interesante. Tiene un futuro prometedor… pero le falta convertirse en un producto industrial.
¿Cómo se aprende a ver buen cine?
Viendo mucho cine. Y sobre todo, viendo mucho cine malo. Yo creo que en general, se aprende siempre más de lo malo que de lo bueno… (risas).
¿Y cómo se enseña el cine?
Con pasión. Eso me lo dijo un día una alumna: “Tú me enseñas cosas porque le pones mucha pasión cuando lo cuentas”. Creyéndote lo que estás viendo. La enseñanza de esta profesión supone que la conozcas desde dentro. Que la ames. Y luego, que seas un humanista. No se trata sólo de aprender el uso de la cámara, sino de conocer al ser humano y sus historias. Fue una enseñanza de Carlos Giménez, con su cómic “El paracuellos”. Un día, Carlos me dijo: “Escribe sobre cosas que conozcas, porque es la mejor forma de conocer toda la historia, el proceso y a los personajes”. Creo que los profesionales del sector tenemos que ser gente muy abierta, con mucha sensibilidad para empaparnos de todo lo que sucede a nuestro alrededor.
El experimento creativo “The 1000 Journals Project” está dedicado a todo aquél que un día dijo: “yo no soy creativo”. ¿Qué nota le pones al estado actual de la creatividad juvenil?
Si tuviera que responder en función de mis alumnos y de los grupos de teatro que dirige mi madre, -chavales de entre 5 y 8 años-, creo que el nivel de creatividad de la generación que viene es buenísimo. Creo también que va a ser una generación de muchos contrastes, con gente muy ni-ni... pero también con un montón de gente muy implicada, tanto a nivel social como a nivel cultural.
Si te cuento que tu ciudad natal quiere convertirse en una ciudad de cine, ¿te crees la película?
En realidad, cualquier ciudad querría convertirse en una ciudad de cine. Por el tirón fuerte que supone a nivel de turismo, cultural, industrial, etc. Creo que Alicante tiene todas las herramientas, ojalá las utilice bien. Esto es ya un paso.
Si volvieras a nacer, ¿cambiarias de profesión?
Nunca.
Verónica Cerdán en 7 géneros + 1 serie:
Un drama: "La terra trema" de Visconti.
Una peli de terror: “El resplandor” de Kubrick.
Una comedia: "Con faldas y a lo loco" de Billy Wilder.
Un thriller: "La noche del cazador” de Charles Laughton.
Un documental: "Los espigadores y la espigadora" de Agnès Varda.
Una peli de aventuras: “Bonnie and Clyde” de Arthur Penn.
Un corto: Cualquier corto de mis alumnos y “El columpio” de Fernández Armero que inauguró una nueva generación de cineastas.
Una serie de TV: “Six Feet ander” (“A dos metros bajo tierra”)
De película:
Un director: ¡Hay tantos! Godard, Renoir, Riefenstahl, Buñuel, Erice, Varda, Ozu, Campanella, Gutiérrez Alea, …etc.
Un actor/actriz: Soy una enamorada de la interpretación y le tengo un respeto absoluto a mudar de piel… ¡Hay un montón! Bette Davis, Humphrey Bogart, Paco Rabal, Pilar Bardem…
Quiero aprender a ver cine. ¿Me recomiendas cinco películas? “Calle Mayor”, “M, el vampiro de Dusseldorf”, “Al final de la escapada”, “Riff Raff”, en cartelera: “La cinta blanca” y, por supuesto, soy una clásica, “Ciudadano Kane”.
El cine que sueña Verónica, en 3 adjetivos: personal, local, brillante.
El futuro de la industria del cine pasa por: educar a las nuevas generaciones.
El estudiante de Ciudad de la Luz:
- 3 cualidades: iniciativa, pasión, sin horas.
- 1 actitud: atento.
- 1 defecto a evitar: llegar tarde.
Un placer… de verdad.
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